martes, 16 de febrero de 2010

EL MANTÓN DE MANILA


El mantón de Manila

¡Oh bandera triunfante de la alegria!
¡Oh manto de la antigua fiesta española!
¡Oh palio de las juergas de Andalucía!
¡Oh túnica radiante de la manola!
La alegre primavera que en sus tejidos
enredó el arte bello con sus colores
es la red esplendente donde prendidos
van, a fleco por alma, los amadores.
Cuando desde el alzado seno redondo
bajas como un diluvio de flores vivas,
los chinos que bordados hay en tu fondo
abrazan a los cuerpos que en ti cautivas.
Mil veces he querido ser dibujado
en tu velo encendido de flora amena,
para en noche de fiesta ir enredado
al cuerpo cadencioso de una morena.
Mas tuve sólo a cambio de esos placeres,
de las gratas verbenas en el misterio,
¡ver que van entregadas nuestras mujeres
a los pálidos hijos del vasto Imperio!
Tú eres el libro antiguo, la rica joya
que habla de los chisperos, y las navajas,
de escenas que en lienzo dió vida Goya,
de soldados y reyes, majos y majas.
Tú de la dama fuistes velo ligero
cuando de la litera presa en el raso,
iba a la ansiada cita el torero
y a brindar, en los dedos alzando el vaso.
En las varias costumbres que en sus mudanzas
del siglo diez y nueve fueron exordio,
tú en el salón mirastes las dulces danzas
a los sones pausados del clavicordio.
Te legó a nuestros siglo la vieja gente
como página llena de resplandores,
como un paño que guarda resplandeciente
recuerdos de cien años fijos con flores.
Con la de tus bordados vistosa greca,
tú de nuestras mujeres ciñes los talles,
y el ruisueño Barbieri, Juarranz y Chueca
escriben en tus rosas pasacalles.
Rima con la vervbenas tu seda fina
y tus lindos caireles con la albahaca;
de la réja con flores, eres cortina;
del amorque reposa, eres la hamaca.
De la cruz venerada de mayo hermoso
en las gradas tendidas dejas tus rosas,
y los jóvenes tejen baile vistoso
en parejas que giran vertiginosas.
Cuando pasa, movido del homenaje
tras la imagen, el pueblo,con paso lento,
tú en el bacón despliegas tu cortinaje
y el haz de tus colores tiendes al viento.
Sobre el muro luciente de los salones
el fausto de tus sedas la vista asombra,
y descienden tus pliegues en pabellones
como incendio de tonos sobre la alfombra.
Tú con la bailaora vas ondulando
ceñido al cuerpo suelto como serpiente,
y tus flecos parecen al ir flotando,
rayas de un aguacero resplandeciente.
Tanto hermanan tus flores, que me extasían
con la española fiesta viva y bizarra,
que pienso arrebatado, que vibrarían
tus hilos amarrados a una guitarra.
En los toros, el bosque de tu bordado
muestra ramas, corolas, frutos y raíces
para que en su tejido fantaseado
duerma la luz el sueño de los matices.
Fingirá que alza España noble bandera
doquier muestre tus tonos y tu alegria;
en tu fondo está abierta la primavera,
trasplantada de un huerto de Anandaluciá.
El mantón de Manila compendia a España
y es insignia que canta nuestra victoria;
grabada en cada rosa lleva una hazaña
y atada a cada fleco lleva una gloria.

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