miércoles, 29 de octubre de 2008

CRISTO EN LOS ARBOLES III PARTE

He aquí la sangre que lloró María,
que lloró el mundo, la que no he llorado,
brotada de aquel golpe despiadado
que en su pecho asesté con mano impía.

Yace inmolado aquí en el alma mía
su cuerpo, lirio roto, coronado
de burlas, redentor enamorado
que hirió mi desvarío con porfía.

Tú, Jesús, nunca amado y siempre amante,
desde tu trono de dolor me esperas
y, amándome, a ti mismo te traicionas.

Y en la sed de tu pecho agonizante,
cuanto más desespero perseveras
y cuanto más te ofendo me perdonas.

No hay comentarios: