jueves, 11 de noviembre de 2010

CON LOS OJITOS CERRADOS


CON SUS OJITOS CERRADOS


Su cara blanca de nácar
cubierta con su mortaja
y sus ojitos cerrados…
la niña yace en su caja.

La sala llena de flores,
¡ya no cabe ni una rama!
y las lágrimas de todos
por las mejillas resbalan.

Treinta dos años de vida
por la muerte arrebatada,
que vilmente la arrancó
cuando apenas comenzaba.

Era una blanca azucena
¡que ni el sol la molestaba!
temeroso de que el viento,
su verde tallo cortara.

Pero la muerte traidora
a estirado su guadaña
y a esa linda azucena
corto su tallo con saña.

Que dolor más doloroso
el alma le partirá….
a los padres que con pena
tiene al hijo que enterrar.

2 comentarios:

Catolica dijo...

Felicidades, es un hermosisimo poema. Creo que toda pérdida de un ser querido es una tragedia para el alma que ha de llorar la separacion aunque temporal porque nos veremos en la Vida, pero la muerte de un hijo, es terrible y estos versos son una preciosa demostración de ese gran dolor.

espe-laveletavarada dijo...

Gracias por tu comentario: Y tienes mucha razón, nos veremos cuando el Creador tenga a bien llevarnos a su morada. Pero ningún padre debia pasar por esa experiencia tan dolorosa.
Un abrazoooo