sábado, 7 de febrero de 2009
A LA MEMORIA DE UN ANGEL
Con lento paso me acerqué a la puerta
oprimiendo mi frente enardecida:
sobre su lecho cándido tendida
la prenda de mi amor estaba muerta.
De cuatro cirios a la llama incierta
aquel espectro vi que era mi vida,
aún cerca de la almohada hallé caída
la humilde rosa que le di entreabierta.
Me pareció que de sus negros ojos
una celeste claridad brotaba,
que otra vez animados sus despojos
para decirme:-tuya-, me llamaba.
Besé sus labios,se tornaron rojos...
¡Era el beso primero que le daba!
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